1. La incorporación de la mujer al mercado laboral es una realidad que se da en todos los estamentos sociales. Pero no hay una igualdad salarial, ni una equiparación en las responsabilidades. En el mundo político hay más equidad que en el sector de las empresas. ¿Qué podemos hacer? ¿Son necesarias las cuotas?
Se constata una mejora. Antes, en la carrera judicial, el porcentaje de mujeres era muy bajo; no había mujeres magistradas. Hoy, en general, en las universidades encuentras más mujeres que hombres.
En la política hay igualdad porque hay leyes que lo han hecho posible. En el sector público podemos hablar de que hay igualdad salarial. En las empresas privadas es mucho más complicado, porque hay muchas diferencias entre las grandes y las pequeñas. Se pueden promocionar más iniciativas en las grandes empresas que luego se pueden implantar en las pequeñas.
Sería fantástico que no se tuvieran que promover leyes y que todo fluyera de una manera natural.
En resumen, diría que hemos avanzado mucho, pero que no nos podemos dormir nunca.
2. Derecho y periodismo son dos profesiones al servicio de las personas. ¿Fue esta vocación de servicio una de las motivaciones que la llevó a estudiar estas carreras?
Diría que tenía clara mi vocación desde los seis años, cuando veía las injusticias en la escuela. El tema del periodismo es porque me apasiona el mundo de la información y la comunicación.
Ambas están al servicio de las personas y de garantizar sus derechos. Ver las cárceles y las torturas tan de cerca fue muy duro para mí, por eso creo que tengo una profesión que trabaja para la mejora de la justicia y de los derechos de todos los seres vivos.
3. ¿Cómo era la universidad en la época franquista? ¿Había más compromiso, más solidaridad? ¿O también los jóvenes de hoy siguen movilizándose por una sociedad más justa?
La universidad de antes era muy diferente. Por poner un ejemplo, las mujeres no podían ir con pantalones, y los hombres tenían que llevar corbata. En la universidad estudiaba la gente que se podía considerar privilegiada, y había pocas mujeres. A veces se hacían más huelgas y manifestaciones que días de clase. En las “manis”, seguro que algún día recibías algún palo. Sí, en la universidad había mucho compromiso, motivado por la situación política que se vivía.
Dicho esto, pienso que los jóvenes siguen movilizándose por diferentes causas, también hay compromiso. Buena prueba de ello son los movimientos contra las guerras que se siguen sufriendo en diferentes lugares del mundo y que vivimos en directo, el drama de los refugiados, el proceso de la independencia.
4. ¿El hecho de ser mujer, universitaria y vivir en un régimen fascista es una combinación que lleva a la defensa de los derechos humanos y al compromiso político?
Sí, siempre he estado muy concienciada en la defensa de los derechos humanos, y muy especialmente los de las mujeres, y también los de los animales. En casa, en el entorno familiar, no viví nunca ningún tipo de discriminación. En la escuela, en la universidad, vi que la realidad era muy diferente. Las leyes que había atentaban contra la libertad de las mujeres. La mujer no podía hacer nada sin la autorización del padre o del marido; eran consideradas ciudadanas de segunda. A las mujeres se las preparaba para ser sumisas, buenas amas de casa y madres de familia.
5. Han pasado casi setenta y ocho años de la finalización de la Guerra Civil. ¿Cómo se ha tratado este episodio de la historia? ¿Todavía hay ganadores y perdedores?
Sí, todavía hay un poso en el ambiente de ganadores y perdedores. En la escuela, en la universidad, no se hablaba en absoluto de este tema.
6. ¿Qué piensa de la Ley de la Memoria Histórica que no se aprobó hasta el año 2007? ¿Por qué hay todavía vestigios del pasado franquista y algunos municipios se resisten a quitarlos?
La Ley de la Memoria Histórica es un reconocimiento del derecho de los descendientes de víctimas a saber dónde están enterrados sus familiares. Deben anularse los consejos de guerra, deben anularse las sentencias. Falta mucho todavía, queda mucho por hacer.
La Ley de Amnistía de 1977, al inicio de la democracia, no facilitó un tratamiento justo de la Guerra Civil y del largo período de dictadura. Esta ley sigue olvidando a los que perdieron la guerra y tenían ideas diferentes de las del régimen del dictador.
Sí, muchos municipios siguen teniendo simbología franquista. Los he visto en muchos pueblos y ciudades. Poco a poco se va eliminando ese pasado, ¡pero cuesta!
7. Las personas están alejadas y decepcionadas de la política y de los políticos. Cogen fuerza las asociaciones y los movimientos ciudadanos. Se da una especie de ruptura entre unos y otros. ¿Cómo se puede volver a construir? ¿Qué nos falta para poder tener un proyecto común?
Estamos en un momento de transición, nada volverá a ser como antes. Las asociaciones son una buena herramienta para promover los cambios, pero debemos estar alerta ante los populismos.
Los partidos políticos tienen que cambiar, se debe hacer limpieza, hay que acabar con la corrupción.
A veces se puede pensar que las grandes instituciones no sirven para nada; Naciones Unidas, Unión Europea... ¡Por supuesto que sirven! Pero debemos reformarlas y adaptarlas; son demasiado burocráticas, no están en sintonía con un mundo donde todo es rápido e inmediato.
8. En Europa y EEUU están cogiendo mucha fuerza políticos que representan una visión del mundo totalitaria, xenófoba, machista, racista... ¿Qué hemos hecho mal para que surja este fenómeno tan general? ¿Cómo lo podemos “neutralizar”?
El populismo es una reacción al descontento de una parte de la sociedad contra el sistema establecido. Debemos renovar los partidos políticos y hacer que estén más conectados con los problemas y expectativas de las personas.
9. ¿Qué es para usted el éxito, la felicidad?
La felicidad, como un estado global, no existe para siempre. Creo más en la felicidad de las pequeñas cosas, de las personas, de las amistades. A mí me ha hecho feliz pasar de una dictadura a una democracia, encontrarme bien de salud, después de tener cáncer o de sufrir un accidente, hacer regalos a las personas que quiero, compartir con ellas buenos momentos.
Asocio el éxito a conseguir los objetivos que me he marcado, que no están vinculados al dinero.
10. Es aficionada al fútbol. El deporte aporta muchos beneficios para la salud, pero también educa a los jóvenes en valores. ¿Se ha perdido este componente más social?
El deporte es universal. Soy muy aficionada al fútbol, y el Barça es mi equipo y mi club. He tenido la suerte de formar parte de la Junta Directiva y también del Patronato de la Fundación. Esto me ha permitido viajar y conocer de primera mano el trabajo que hace el Barça, y puedo decir que es bien cierto que es más que un club.
El Barça representa unos valores, y ha jugado un papel muy importante al representar a Cataluña en el mundo. Pudimos sacar la senyera en el Camp Nou cuando aún estaba prohibido.
Las fundaciones vinculadas al ámbito de deporte tienen que hacer un gran trabajo. Se debe potenciar el deporte de base y, muy especialmente, el femenino.
11. Y por último, complete la frase: “Hacerse mayor es...”
“... vivir más años y pensar que vale la pena!”