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En los últimos años estamos viviendo un boom en nuevas tecnologías. Este mercado es, sin duda, creciente: los ordenadores, tablets, portátiles, móviles, etc., han invadido nuestra vida cotidiana en un proceso que ya es imparable. ¿Cómo lo hacíamos sin móvil? ¿Cómo nos enterábamos de las cosas sin Internet?


Este sector creciente está vinculado al nacimiento de nuevas palabras, como por ejemplo las TIC, la mhealth, la teleasistencia... Las TIC son las tecnologías de la información y la comunicación. La teleasistencia, que asociamos al botón rojo, va más allá, es la provisión de cuidado o asistencia a distancia a personas que viven en su casa y lo necesitan por limitaciones físicas y/o mentales. La mhealth es la “salud móvil”, entendida como la práctica de la salud a través de dispositivos móviles.


Pero... ¿las personas mayores han quedado al margen de esta revolución tecnológica? ¿O se consideran como potenciales consumidores?


De hecho, cada vez hay más personas mayores que utilizan las nuevas tecnologías, sobre todo las más jóvenes. Y los Casales tienen salas de ordenadores donde se imparten cursos de informática desde hace años. Entre las personas mayores, ha habido y está habiendo un proceso de alfabetización digital o tecnológica, es decir, lo que se define como una acción organizada, infraestructural y metodológicamente, que se propone incorporar a personas, sea cual sea su punto de partida y su condición social o cultural, a las corrientes de conocimiento y actividad que se desarrollan entorno a las TIC. Pero si hay alfabetos digitales, també hay analfabetos digitales. ¿Qué pasa hoy día con las personas mayores que no saben utilizar las nuevas tecnologías? ¿Pueden hacer todo lo que quieren con normalidad? ¿O se encuentran nuevas limitaciones en su día a día por este hecho? ¿Estamos creando nuevas desigualdades sociales?


Cada vez hay más proyectos nacionales y europeos que incorporan las nuevas tecnologías con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y ofrecer servicios que lleguen a más personas. Porque las nuevas tecnologías tienen esta gran ventaja, que permiten llegar a más personas que las actuaciones profesionales directas. A menudo, hay quien expresa su temor ante el hecho de que las nuevas tecnologías sustituyan al trato humano, y que nos acaben cuidando máquinas en lugar de personas. El reto de los proyectos actuales en nuevas tecnologías aplicadas al envejecimiento es, precisamente, mejorar la atención y potenciar las relaciones humanas, complementar lo que hacen las personas llegando donde ellas no pueden llegar, para mejorar, en definitiva, la calidad de vida de las personas. La teleasistencia es un buen ejemplo de cómo las tecnologías favorecen a que las personas mayores con dificultades puedan seguir viviendo en casa sintiéndose seguras. Los correos electrónicos y las videoconferencias son herramientas muy potentes que facilitan que podamos mantenernos en contacto los unos con los otros.


Otro aspecto que cabe destacar de los proyectos actuales en nuevas tecnologías es que incorporan un aspecto ético no menos relevante. Los nuevos productos tecnológicos se han de crear por y con las personas mayores. Y es que, como usuarias finales, son quienes mejor saben qué necesidades tienen y de qué manera podrían tener solución. Así pues, las nuevas tecnologías aplicadas al envejecimiento han establecido también una manera de hacer con las personas mayores que las sitúa al lado de los expertos a la hora de crear soluciones a medida y significativas para las personas.


El tiempo dirá, pues, dónde nos llevará este boom de nuevas tecnologías y hasta qué punto nos ayudarán a vivir mejor o nos complicarán la vida. Una cosa es bien cierta, cuando yo de pequeñita preguntaba a mi abuelo cómo había vivido él tantos años sin televisor, estaba muy segura de que el cambio que él había vivido era inaudito. Y ahora veo a mis hijos, y no sé qué les contestaré cuando me pregunten cómo vivíamos nosotros sin ordenadores ni móviles.


LAURA COLL I PLANAS


Responsable de investigación en salud del Institut de l’Envelliment de la UAB