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¿Cómo promover el cambio de comportamientos en salud en las personas mayores?


¿Qué es lo que determina el estado de salud? ¿Y los comportamientos en salud? ¿Es posible cambiar estos comportamientos? El estado de la salud de las personas viene determinado por las condiciones socioeconómicas, culturales y ambientales, por las redes sociales y comunitarias que establecen, y por sus estilos de vida. En este artículo se tratará este último punto, y concretamente cómo promover el cambio de comportamientos en salud.


En el comportamiento intervienen una multitud de factores individuales (creencias, actitudes, conocimientos, herencia genética, etc.), sociales (las interacciones con otras personas) y contextuales (el entorno en el que vivimos). Para promover el cambio de comportamiento es conveniente la combinación de diferentes factores. Si queremos diseñar una intervención para promover el cambio de comportamiento, es conveniente un abordaje de los factores que influyen en cada uno de estos tres niveles ‒el llamado modelo ecológico‒. Las intervenciones centradas solo en los factores individuales y que no tienen en cuenta los condicionantes sociales y contextuales son poco adecuadas.


Las teorías y modelos de cambio conductual procedentes de la psicología han centrado buena parte del interés en la investigación en el ámbito de los comportamientos en salud durante los últimos años. El modelo transteórico y la teoría social cognitiva son dos de los más utilizados.


El modelo transteórico de Prochaska y DiClemente (1983) ‒también llamado modelo de etapas de cambio‒ se basa en la aplicación de intervenciones personalizadas en función de la fase de cambio (precontemplación, contemplación, determinación, acción, mantenimiento y recaída) en la que se encuentre el individuo. Por su lado, la teoría social cognitiva se basa en la importancia de observar a las demás personas y aprender de éstas, así como en el refuerzo positivo y negativo de la conducta. Un elemento básico en la teoría social cognitiva es el concepto de autoeficacia, introducido por Bandura (1977). La autoeficacia, entendida como la confianza de una persona en realizar una acción concreta para conseguir un objetivo deseado, es uno de los pilares de las estrategias de autocuidado centradas en planes de acción que se concretan en pequeños objetivos específicos, asumibles y mesurables que responden a las preferencias y necesidades de los individuos, y que pueden ser formulados con la ayuda de los profesionales.


Recientemente, un grupo de investigadores liderado por Michie et ál. (2011) ha propuesto un nuevo marco conceptual llamado rueda del cambio de comportamiento (en inglés, behaviour change wheel) (ver figura), que permite seleccionar y diseñar intervenciones dirigidas a lograr cambios en los comportamientos de salud.


Rueda del cambio de comportamiento


En el centro de la rueda (en color verde) los autores sitúan tres condiciones esenciales para el cambio, cada una de las cuales puede interactuar con las demás e influir sobre éstas: la capacidad (conocimientos y habilidades de las personas para poder hacer el cambio de comportamiento), la motivación (procesos de toma de decisiones que dirigen el comportamiento y permiten establecer hitos personales) y  la oportunidad (factores externos a la persona que posibilitan el cambio de comportamiento). En el círculo rojo de la rueda se sitúan las diferentes intervenciones dirigidas a cambiar el comportamiento: la educación, la persuasión, la incentivación, las medidas coercitivas, el entrenamiento, la restricción, el modelaje, el cambio de contexto físico o social, y la reducción de barreras para el cambio. Finalmente, en el círculo gris exterior se sitúan las diferentes políticas que puedan permitir o dar apoyo a las intervenciones: la comunicación, la elaboración de guías, la fiscalidad, la regulación, la legislación, la planificación y la provisión de servicios.


Las posibilidades de aplicación de este modelo son amplias, y pueden incluir desde el diseño de intervenciones a la consulta de un profesional de la salud hasta el diseño de políticas sanitarias. Estas intervenciones se han trasladado posteriormente a técnicas específicas para el cambio de comportamiento. El mismo grupo de investigación ha creado posteriormente una taxonomía de 16 clústeres que incluyen un total de 93 técnicas (Michie et ál., 2013).


 


 Sergi Blancafort - Fundació Salut i Envelliment


 


Para saber más:



  • Bandura, A. (1977). «Self-efficacy: Toward a unifying theory of behavioral change». Psychological Review, 84(2):191-215.

  • Michie, S. [et ál.] (2011). «The behaviour change wheel: A new method for characterising and designing behaviour change interventions». Implementation Science, 6:42.

  • Michie, S. [et ál.] (2013). «The Behaviour Change Technique Taxonomy (v1) of 93 Hierarchically Clustered Techniques: Building an International Consensus for the Reporting of Behaviour Change Interventions». Ann Behav Med. 2013 Aug; 46(1):81-95. doi: 10.1007/s12160-013-9486-6.

  • Prochaska, J. O. y DiCLemente, C. C. (1983). «Stages and processes of self-change in smoking: Toward an integrative model of change». Journal of Consulting and Clinical Psychology, 51, 390-395.